sábado, 10 de diciembre de 2016

Te levantas una mañana de principios de noviembre. Hace algo más de una semana que hiciste las pruebas físicas. Aún no eres conciente de qué paso, cómo pudiste tirar la misma valla en sendos intentos, por qué cuando más plazas hay, por qué si nunca habías hecho un nulo después de cinco pruebas físicas...

Sigues en shock, sigues sentado en aquellas escaleras del pabellón de la Escuela de Ávila en las que estuviste mucho tiempo sin saber lo que hacer tras ser descalificado. Recuerdas que el 2016 iba a ser tu año, que ibas a lograr tu sueño al fin, pero miras el calendario y no estás en la clase semanal de tiro, ni en la de defensa personal, ni recorriendo esa gigantesca academia en la que tanto has deseado estar.

Indignado, vuelves mentalmente a junio cuando dos señoras del tribunal número 11 entendieron que no tenías motivación, que caerse y levantarse de un no apto un año, dos, tres, cuatro y así hasta 8 no es admirable ni digno de tener un apto en la entrevista. Entrenaste tan duro, estudiaste tantas horas para aprobar el examen de conocimientos y la prueba de ortografía... todo para nada.

Aquellas señoras maravillosas no tuvieron en cuenta que todos estos años de oposición has renunciado a muchas cosas de tu vida, que has tenido el dinero limitado, que pensabas en la oposición 24 horas, 7 días a la semana, que tu tiempo de ocio ha sido reducido drásticamente, y que en tu asueto, muchas veces la oposición estaba presente y no disfrutabas plenamente del descanso merecido.

Quizás desconocían que has entrenado con dolor, que lo has hecho con calor, con frío, con viento y lluvía, sí, quizás lo desconocían y no tienes motivación para ser policía...

Mentalmente avanzas un poco en el tiempo, al mes de julio. 2615 plazas. La mejor oportunidad para quitarte tu mono de opositor mundano y enfundarte el flamante uniforme azul oscuro de la Policía Nacional. El nivel de las físicas ha subido, y aunque no estás anímicamente recuperado piensas que debes hacer de tripas corazón y darlo todo. Entrenas día tras día, sin abandonar, combatiendo con esa voz interior que te grita:  "!no lo vas a conseguir! !fracasaras otra vez!". Poco a poco vas subiendo tus marcas con mucho esfuerzo y mayor constancia. Llegas a octubre y estás preparado, quizás no para sacar una nota elevada pero si para pasar las físicas con dos o incluso tres puntos de colchón.

Suena el ruido de la valla al caer... aún tienes un intento. No pasa nada...

Escuchas el mismo sonido, es la misma valla, la has vuelto a tirar. Estás descalificado de la promoción XXXIII. Se te cae una lágrima, estás desorientado, te cuesta quitarte los imperdibles y entregar tu dorsal, es el fin... ya no habrá más intentos de ser policía, el 2016 se ha terminado.

Vuelves al presente, miras el cielo y está oscuro, no ha salido el sol. Son las once de la mañana y aunque has dormido muchas horas te sientes muy cansado, deseas desaparecer, volver atrás. Tal vez decir algo distinto para convencer a aquellas maravillosas señoras de que eres apto, tal vez ser más atlético en las pruebas físicas...

Piensas que tu nombres no es Dimentare, tu nombre es Fracaso y de apellido Costante. Te sientas en la mesa de estudio intentando retomar el estudio para la promoción XXXIV, coges al azar uno de los diez temas nuevos: planimetria ¿en serio? ¿era necesario complicar aún más un temario de treinta y un temas ya de por si exigente? Duras poco sentado, tu mente se ha cerrado a más conocimientos, para qué te dices, ya he estudiado demasiado para estar donde siempre. Para encontrarme de nuevo y después de nueve intentonas en la misma condenada línea de salida.

Duras poco sentado, te vistes, sales de casa, te colocas los auriculares, le das al play y suena la música. Andas. Andas mucho tiempo, sin rumbo fijo, y solo paras cuando algo de calidez regresa a tu entristecido corazón.

Los días trasncurren, casi todos son iguales al descrito. Toda aquella vitalidad que un día te hizo llegar a la entrevista se ha desvanecido. Tu entorno se preocupa, "ve al psicólogo", "abandona", "busca trabajo", "estudia otra cosa", "igual dios no quiere que seas policía"...

Quizás tengan razón, para qué seguir, son nueve oposiciones, tienes treinta años, no tienes mucha experiencia laboral ni estudios universitarios terminados. Tu horizonte es gris sin tu sueño y crees que estás deprimido. Te odias a ti mismo porque crees no tener derecho a estar así, tu afección es nimia en comparación con los problemas de dureza extrema a los que se enfrenta el resto del mundo, enfermedades, hambre, guerras. Tu entorno por suerte es idílico. Te sientes frustrado porque los has defraudado, ellos han hecho tanto por ti, que no ha sabido compensarlos.

Llega diciembre y aunque el frío se ha instalado en las calles, notas cierto calor en tu alma. Vuelves a tener ilusión por ser policía pero antes necesitas cultivar otras cosas. Tener un colchón donde caer por si el destino, que es muy puto, decide negarte el camino de la Policía Nacional. Antes de volver a intentarlo tendrás bien atado un plan b, un plan c y quizás un plan d. No abandonas tu sueño, solo lo postpones.

Después de este texto tan largo os pido disculpas pero es mi blog y tenía ganas de tomarme una licencia poética je, je. Como veis he hecho un resumen de lo que ha sido mi 2016, ciertamente lo he pasado mal pero algún día recordaré todo este sufrimiento y sonreiré porque sé que valdrá la pena. A día de hoy tengo claro que necesito unos meses de desconexión con la oposición, por desgracia no he tenido esa suerte necesaria que es complemento indispensable al esfuerzo y al trabajo opositoril. Y a pesar de este via crucis tengo muy claro que voy a ser policía antes o después, voy a seguir intetándolo hasta que no pueda más o tenga 65 años y esté en edad de jubilarme :). Quitando todo el proceso de selección al que le puedo atribuir muchas imperfecciones y no hablar bien de la DFP, merece la pena la profesión, estoy absolutamente convencido de eso.  Quiero que mi ejemplo os inspire, nos podemos caer mil veces pero siempre hay que levantarse otras mil y esto es extrapolable a todo en la vida. Pocas cosas se nos ofrecen sin esfuerzo o dedicación, o al menos, no aquellas que merecen la pena.

La DFP volverá a tener noticias mías y espero que vosotros/as también. Hasta entonces, que el destino sea benévolo con vosotros y os trate bien. Un saludo de un futuro miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.