Acabo de levantarme y desayunar, son exactamente las 11 de
la mañana de un martes de octubre del 2013.
Aunque siempre deseo alejarme de la imagen de un Nini, hoy me siento
pintiparado a esa tribu urbana de jóvenes que ni estudian ni trabajan, es
inaceptable que me acueste a las 12 de la noche y amanezca ahora… lo sé es muy
criticable.
Estaba en la cama tapado hasta los ojos, pensando, cavilando
sobre mi actualidad, diciendo: “rayos y retruécanos, maldita crisis, maldito
yo, maldita suerte la mía”. Y por mucho que le decía a mi cuerpo: “venga bonico
mío vamos a levantarnos”. En el fondo pensaba y para qué… Para qué levantarme
si el día va a ser igual que el de ayer, si lo único que voy hacer durante las
24 horas (unas cuantas menos en mi caso por ser un perezoso) de hoy es pelear
contra mi mismo para lograr estudiar tres, cuatro, cinco o seis horas. Si voy a
estar sufriendo con los “demoniacos” psicotécnicos hasta que mi cabeza explote como
un globo al que pinchas con una aguja… Para qué si sólo han salido 153 plazas… Para qué si este es un sueño de locos…
Un sueño de locos… es que no hay otra explicación a nuestra
cuita queridos futuros compañeros, nadie
en su sano juicio seguiría en esta labor con las peculiares condiciones a las
que la crisis esta sometiendo el oficio “opositoril”, nadie se presentaría
tres, cuatro o cinco veces a una oposición que sólo van a aprobar 153 personas
de miles presentadas, nadie malgastaría su tiempo en descubrir que vista de la
figura “tocamelasnarices” se corresponde con la propuesta por el ejercicio
psicotécnico 156, ni tampoco se aprendería cosas tan útiles para la vida moderna
como la definición de Constitución propuesta por el austriaco Hans Kelsen…
Pero… conforme voy escribiendo estas palabras me doy cuenta
de que yo quiero ese sueño de locos, que yo quiero vestir el uniforme del
Cuerpo Nacional de Policía, que quiero poseer la dorada placa que representa a
los agentes del cuerpo, que quiero pisar una comisaria para otros motivos que
no sean renovar el DNI o el pasaporte (tampoco ir detenido o porque me han
robado el coche). Quiero servir a mi país de una manera honrada, quiero ayudar
al vecino, a la mujer maltratada, al niño perdido o a la abuelita desvalida que
le han sustraído el bolso. No pierdo de vista que este camino del policía al
que me enfrento tiene muchas más desventajas que ventajas y que habrá días en
los que solo querré correr y esconderme a derramar miles de lagrimas porque mi
alma no aguanta tanta mierda como contiene esta sociedad en la que vivimos, pero
sé que lo bueno será tan grande que dejará en un segundo plano lo malo, y que
la sola sonrisa de una persona a la que he conseguido ayudar bastará para
hacerme seguir adelante y sentirme orgulloso de lo que seré, agente del Cuerpo
Nacional de Policía.
Tal vez me consideréis un idealista, pero si no fuera
idealista hace tiempo que habría tirado la toalla, en cuanto concluya esta
entrada voy a seguir soñando con lo que seré y librando día a día la batalla
contra el desanimo, así que aunque sean casi las 12 de la mañana voy a ello,
porque aún me queda medio día para hacer de hoy un día de mucho.
Un saludo
Firmado:
El soñador loco J
Posdata: Quería añadir a mi entrada un texto del señor
moderador Copy… merece mucho la pena leerlo y en cierta manera complementa lo
que yo he escrito.
Ya no enciendo la
televisión porque me deprimen las noticias, no escucho la radio porque me
distrae del estudio, apenas escucho música al correr o hacer dominadas, puedo
ver a mis amigos con suerte muy de vez en cuando y estoy agradecido de la
comprensión de mi novia, sobretodo por las pocas perspectivas de futuro que
tenemos, seguimos trabajando los que aún podemos para simplemente subsistir,
comprarte unas zapatillas nuevas, pagar un nuevo temario o unas cuantas
libretas será lo que en el mejor de los casos necesitaremos, médicos,
operaciones o tu propia manutención en los peores.
Somos tantos y cada uno con su propia situación, su propia historia, sus propios sueños. Pero algo nos diferencia de los demás, algo hace que nos sigamos poniendo delante del libro o saliendo a correr, algo impide que intentemos perder las tardes en un sofá o tomando una cerveza, algo nos ocupa el tiempo y nos hace valorar cada segundo, algo nos impulsa a levantarnos cada mañana a decir NO, ¡tengo que seguir! y es que a diferencia de muchos otros todavía NO nos hemos rendido, ni lo haremos. No nos importa caer una, dos, tres o las veces que haga falta, porque aunque tengamos la peor de las situaciones, el peor de los momentos, la menor de las oportunidades, no hemos dejado de creer en nosotros.
Tal vez tengamos idealizado nuestro destino o es que tal vez sólo buscamos pertenecer a algo grande, hacer algo grande, ser diferentes, que nos admiren por nuestro esfuerzo, por nuestro sacrificio, no lo sé. Nuestras humildes aspiraciones residen en un jersey, un pantalón, un cinturón, unos libros, unas ganas de trabajar, un nombre.
Nos reunimos en foros, podemos pasarnos horas y horas hablando de lo mismo al conocer un compañero de vocación, quedamos entre nosotros y tratamos lo mismo, para el resto del mundo somos monotemáticos. Acaso ¿cuántos ingenieros siguen nuestros pasos?, ¿cuántos arquitectos hacen lo que hacemos? pero aún así no podemos evitarlo, ¿sómos especiales o sólo diferentes? las ganas de aprender, de entender, de poder empezar, aunque çunicamente sea el primer pasito, el sentirnos cada día un poco más cerca nos obliga a ser así.
Es difícil seguir el ritmo, son muchas horas, muchas dificultades, muy difícil cuando además tenemos que compaginar otras responsabilidades, pero no os hundáis ante la adversidad, no dejéis que una simple prueba, un mero trámite os separe de vuestro destino, del futuro que piedra a piedra estamos construyendo.
Seguir así, porque cuando menos lo esperemos, estaremos frente a una puerta abierta, una puerta que podremos cruzar.
Somos tantos y cada uno con su propia situación, su propia historia, sus propios sueños. Pero algo nos diferencia de los demás, algo hace que nos sigamos poniendo delante del libro o saliendo a correr, algo impide que intentemos perder las tardes en un sofá o tomando una cerveza, algo nos ocupa el tiempo y nos hace valorar cada segundo, algo nos impulsa a levantarnos cada mañana a decir NO, ¡tengo que seguir! y es que a diferencia de muchos otros todavía NO nos hemos rendido, ni lo haremos. No nos importa caer una, dos, tres o las veces que haga falta, porque aunque tengamos la peor de las situaciones, el peor de los momentos, la menor de las oportunidades, no hemos dejado de creer en nosotros.
Tal vez tengamos idealizado nuestro destino o es que tal vez sólo buscamos pertenecer a algo grande, hacer algo grande, ser diferentes, que nos admiren por nuestro esfuerzo, por nuestro sacrificio, no lo sé. Nuestras humildes aspiraciones residen en un jersey, un pantalón, un cinturón, unos libros, unas ganas de trabajar, un nombre.
Nos reunimos en foros, podemos pasarnos horas y horas hablando de lo mismo al conocer un compañero de vocación, quedamos entre nosotros y tratamos lo mismo, para el resto del mundo somos monotemáticos. Acaso ¿cuántos ingenieros siguen nuestros pasos?, ¿cuántos arquitectos hacen lo que hacemos? pero aún así no podemos evitarlo, ¿sómos especiales o sólo diferentes? las ganas de aprender, de entender, de poder empezar, aunque çunicamente sea el primer pasito, el sentirnos cada día un poco más cerca nos obliga a ser así.
Es difícil seguir el ritmo, son muchas horas, muchas dificultades, muy difícil cuando además tenemos que compaginar otras responsabilidades, pero no os hundáis ante la adversidad, no dejéis que una simple prueba, un mero trámite os separe de vuestro destino, del futuro que piedra a piedra estamos construyendo.
Seguir así, porque cuando menos lo esperemos, estaremos frente a una puerta abierta, una puerta que podremos cruzar.