miércoles, 25 de enero de 2012

Tercera entrada: Vuelta tras las “vacaciones”.

Después de unas merecidísimas “vacaciones” en las que he pasado un maravilloso tiempo de estudio imbuyéndome en el apasionante mundo del Derecho Romano, y he salido loco con las mil y una historias que tienen los contratos y las obligaciones de Derecho Civil II, he regresado al mundo del opositor, me he puesto mi bonito uniforme de trabajo compuesto de: gafas para cuando se cansan mis ojos, casi diez bolígrafos (incluidos rotuladores, subrayadores, portaminas, etc), mi botellita de agua y la ilusión. Y este lunes inicie el largo camino que tendré que recorrer en mi quinta oposición.

La última vez que escribí en este blog mi ánimo andaba con Hades en el inframundo dándose una vueltecilla, pero gracias a mis dos aprobados en la carrera lo cierto es que me he animado bastante y he tomado los libros con una excelente filosofía que se resume en: paciencia, constancia y esfuerzo.  No es que este axioma sea un descubrimiento o no lo haya puesto en práctica antes, pero conforme estudias más y más es muy sencillo que en un abrir y cerrar de ojos esas tres palabras se te olviden, siendo sustituidas por otras del estilo: “¿Qué hago yo aquí estudiando sabiendo que voy a competir contra casi 38000 personas y que sólo han convocado el astronómico número de 153 plazas?  Vete al Tibet, al Himalaya, al Annapurna o al bar de la esquina a echarte unas cañas con tus amigos o tu novia y déjate de estudios”.  Obviamente las leyes no escritas del opositor te dicen que al menos en uno de cada dos días de oposición vas a tener ganas de hacer cosas similares a las que he puesto sobre todo cuando llega el buen tiempo y a tu ventana se asoma el sol, escuchas los pajaritos cantando, los niños correteando, etc, etc, etc… ¡Quién os diga lo contrario miente como un bellaco!

Superadas mis ganas de irme al Tibet para hacerme monje budista J, creo que salvo el martes por la mañana que fui a engrosar las listas del INEM (historia que merece la pena ser contada), mi ritmo “opositoril” esta bastante bien y es considerablemente superior al que he llevado en años anteriores. Me siento contento por ello la verdad, y después del insondable bache en el que me había metido tras mi contundente fracaso creo que es un gran y feliz avance.   

Tampoco me quiero enrollar mucho y lo último que voy añadir es que odio los psicotécnicos de los daditos, al hacerlos y suspenderlos con cara de pánfilo horroroso me maldigo porque mi capacidad espacial sea tan sumamente mala, pero en fin, el primer paso de un hombre es aceptar sus limitaciones y que estas no lo inhabiliten, supongo que no tendré más remedio que seguir dándole caña. Aún así, ¿Qué sentido tiene hacer psicotécnicos, acaso sino se hacer la figura “x” o el dado “u” voy a ser menos apto que quién sepa hacerlo? Yo creo que es una prueba bastante inútil y que su única intención es la de eliminar gente… pero… ¡!!odio los psicotécnicos!!!!!!!


Intentaré escribir al menos una vez por semana o como mucho cada dos. Un saludo. 
PD: Esa es la cara que me se queda al desesperarme con los psicotécnicos jeje.